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«MERCENARIOS DE UN VIEJO ORDEN», Enrique de Vicente sobre los Chemtrails

23 Abr

Enrique de Vicente

El misterio de los chemtrails constituye uno de los asuntos más difíciles a los que he debido enfrentarme como investigador y divulgador de todo aquello que es menospreciado o maltratado por la mayoría de los medios informativos. Millones de personas en todo el mundo han observado en multitud de ocasiones como los cielos despejados se llenan de nubosidades tras las maniobras intencionales de aviones que despiden eso que –como proponen los académicos del Grupo Belfort– deberíamos llamar estelas o contrails persistentes, algo que hace más de una década no ocurría. Algunos han elaborado todo tipo de teorías para explicarlas, todas las cuales son discutibles y requieren para ser aceptadas como válidas un volumen de pruebas que esté al nivel de aquello que afirman. Pero los hechos son contundentes: esas estelas, las maniobras que las entrelazan, sus efectos y el comportamiento de las aeronaves que las despliegan son diferentes de las que sólo en ciertas condiciones dejan los aviones comerciales. Sin embargo, tanto la aparente inverosimilitud de este fenómeno como el tono conspiracionista de quienes las denuncian en internet, ha hecho que sean menospreciadas incluso por la mayoría de los periodistas del misterio.

Por si esto fuera poco, lo más deleznable es la actitud con la que afrontan este polémico tema los mal llamados escépticos, porque si esas estelas suponen una amenaza contra la salud, eso nos afecta a todos. Mientras que el escepticismo filosófico invita a dudar de todo aquello que la mayoría acepta como verdad y a investigar qué otras alternativas pueden existir más allá de la misma; los verdaderos escépticos «no creen en una verdad objetiva, porque todo es subjetivo, dependiendo del sujeto que estudia y no del objeto estudiado» (wikipedia). Estos grupúsculos de individuos se limitan a negarlo todo y a exigir pruebas contundentes, sin querer examinar las que ya existen. ¿Qué nombre merecen estos personajillos, que se comportan como arpías, esas aves de rapiña mitológicas, mientras pretenden insultarnos a cuantos creemos que merece la pena intentar ir más allá de las verdades que nos impone el sistema establecido con un calificativo tan precioso como el de magufos? Al menos, se dice que las ratas huyen de un barco cuando éste amenaza con hundirse. Y el sistema de intereses y creencias del que ellos parecen mercenarios, lleva tiempo haciendo aguas y amenazando con hundirse.

 
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Publicado por en abril 23, 2013 en Uncategorized

 

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